Después de una década dedicada a la fe y a su comunidad en Ucrania, el sacerdote ortodoxo ucraniano Igor Waretka, oriundo de Fran, Itapúa, regresó momentáneamente a su tierra natal para visitar a su familia y compartir su inspiradora historia. Con 32 años de edad, Waretka es un testimonio vivo de la conexión entre la fe y el servicio, una vocación que comenzó a los 14 años tras una promesa hecha durante la enfermedad de su madre. «Prometí que si mi mamá recuperaba su salud, dedicaría mi vida a la iglesia», recordó.
Tras completar sus estudios en Ucrania, Waretka se convirtió en el primer sacerdote ortodoxo ucraniano de la región. Durante su estadía en el extranjero, no solo profundizó en las tradiciones y el idioma ucraniano, sino que también encontró en su fe un puente entre dos culturas. A pesar de la distancia, el sacerdote nunca dejó de añorar su Paraguay natal, especialmente los sabores de su tierra, como el chipá y la empanada, los cuales intentó recrear en Ucrania con los ingredientes disponibles.
Waretka, casado y padre de un niño de 11 años, ha echado raíces en Ucrania, aunque su conexión con Paraguay sigue viva. Durante su visita, aprovechó para recordar su juventud en Itapúa, donde fue bailarín de danzas folclóricas, músico y deportista. A pesar de los desafíos, incluyendo la pandemia y la guerra en Ucrania, el sacerdote ha mantenido su compromiso con su comunidad y su familia, adaptándose a la vida en una región más tranquila cerca de la frontera con Polonia.
Con la vista puesta en el futuro, Waretka expresó su deseo de regresar a Paraguay junto a su familia, aunque sea solo de visita, para que su hijo conozca las raíces de su padre. «Mi hijo está empezando a preguntar más sobre Paraguay, y quiero enseñarle sobre nuestra cultura y tradiciones», comentó.
Finalmente, Waretka dejó un mensaje a los jóvenes que buscan una conexión más profunda con Dios: «Anímense a probar, a estudiar, a comenzar como monaguillos y dejar que el camino los confirme». Con más de una década de servicio sacerdotal, Igor Waretka es un ejemplo de fe y dedicación, un orgullo para su familia y su comunidad en Itapúa.
La historia de Igor Waretka no solo es un reflejo de su compromiso con la fe, sino también de la resiliencia y la capacidad de adaptación que ha demostrado a lo largo de su vida. Su visita a Paraguay es una celebración de sus raíces y una oportunidad para compartir su experiencia con quienes lo vieron crecer.