Hace cinco años, el mundo cambió para siempre con el surgimiento del COVID-19, un virus que pasó de ser una curiosidad médica en una ciudad china a una pandemia que paralizó al planeta. Este artículo repasa cómo comenzó esta crisis, las primeras medidas adoptadas por los países más afectados, su llegada a América Latina y, en particular, la reacción de Paraguay ante el embate inicial de la enfermedad.
El Origen en Wuhan: Una Chispa que Encendió el Mundo

El COVID-19, causado por el virus SARS-CoV-2, tuvo su génesis en Wuhan, China, a finales de 2019. Los primeros casos humanos se rastrearon al 17 de noviembre de ese año, vinculados inicialmente a un mercado de animales vivos, aunque las investigaciones posteriores no han descartado otras hipótesis, como un escape de laboratorio. Para diciembre, la ciudad reportó un brote de neumonía atípica que desconcertó a las autoridades locales. El 31 de diciembre de 2019, China informó oficialmente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la situación, pero no fue hasta el 23 de enero de 2020 que Wuhan, con 11 millones de habitantes, entró en un confinamiento total, una medida sin precedentes que marcó el inicio de la lucha global contra el virus.
La respuesta china fue drástica: cierre de transporte público, restricciones de movimiento y uso de aplicaciones móviles para rastrear a la población. Sin embargo, el virus ya había comenzado a propagarse silenciosamente más allá de sus fronteras. El 11 de marzo de 2020, la OMS declaró la pandemia, con casos confirmados en más de 100 países y un saldo inicial que pronto escalaría a millones de vidas perdidas.
Primeras Medidas en el Mundo: Entre el Control y el Caos
Los países cercanos a China fueron los primeros en reaccionar. En Japón, el 2 de febrero de 2020, el crucero Diamond Princess fue puesto en cuarentena en Yokohama tras detectar casos a bordo, un evento que simbolizó la vulnerabilidad global. Tokio no impuso confinamientos obligatorios, pero cerró sus fronteras a extranjeros y promovió el uso masivo de mascarillas, una práctica ya arraigada en su cultura.
Corea del Sur, por su parte, apostó por la tecnología y la rapidez. Sin recurrir a encierros masivos, implementó desde febrero de 2020 un sistema de rastreo de contactos mediante teléfonos móviles, pruebas masivas y cuarentenas obligatorias para viajeros. Este enfoque le permitió mantener una de las tasas de mortalidad más bajas del mundo.
En Europa, Italia fue el primer epicentro fuera de Asia. El 21 de febrero de 2020, se reportaron casos en Lombardía, y para el 9 de marzo, todo el país entró en confinamiento nacional, cerrando escuelas, negocios y restringiendo desplazamientos. La imagen de hospitales desbordados y militares trasladando ataúdes camiones marcó la gravedad de la crisis.
La Llegada a América Latina: Un Continente en Alerta

El virus cruzó el Atlántico y llegó a América Latina el 26 de febrero de 2020, cuando Brasil confirmó su primer caso en São Paulo, un hombre que había viajado desde Italia. La región, caracterizada por sistemas de salud desiguales y alta densidad urbana, se preparó para lo peor. Argentina reaccionó con un confinamiento estricto el 20 de marzo de 2020, que se extendería por más de 234 días en Buenos Aires, una de las cuarentenas más largas del mundo.
En contraste, países como Uruguay optaron por medidas más flexibles, evitando encierros obligatorios y confiando en la responsabilidad ciudadana. Sin embargo, la región no escapó a la tragedia: para marzo de 2022, América Latina representaba el 28% de las muertes globales por COVID-19, según datos de la CEPAL, a pesar de tener solo el 8% de la población mundial.
Paraguay: Una Respuesta Rápida en un País Vulnerable

Euclides Acevedo – Ministro del Interior, desde octubre de 2019 hasta enero de 2021
En Paraguay, el COVID-19 hizo su entrada oficial el 7 de marzo de 2020, con un caso importado desde Argentina. El gobierno, liderado por el presidente Mario Abdo Benítez, no dudó en actuar. El 10 de marzo, apenas tres días después, se suspendieron las clases presenciales y los eventos públicos masivos mediante el Decreto 3442/2020. El 16 de marzo, se cerraron las fronteras terrestres y aéreas, y se impusieron restricciones de circulación nocturna, conocidas como «toques de queda», que limitaban el movimiento entre las 20:00 y las 5:00.
La estrategia paraguaya se centra en contener la propagación en un país con un sistema de salud limitado y una economía dependiente del comercio informal. El 24 de marzo, se instauró una cuarentena total, conocida localmente como «aislamiento social inteligente», que incluía excepciones para actividades esenciales. El gobierno también lanzó campañas de concientización y habilitó líneas telefónicas para reportar síntomas, aunque enfrentó desafíos logísticos, como la distribución de insumos médicos en zonas rurales.
Un aspecto destacado fue el uso del Puente de la Amistad, en la frontera con Brasil, como punto de control estricto para evitar la entrada del virus desde Ciudad del Este, una zona de alta actividad comercial. A pesar de las medidas, los casos crecieron lentamente, alcanzando un pico en 2021, pero la respuesta inicial logró retrasar el colapso sanitario que otros países vecinos sufrieron antes.
Reflexión: Un mundo en pausa
El inicio del COVID-19 fue un torbellino que obligó a los países a improvisar frente a lo desconocido. Desde el confinamiento de Wuhan hasta las restricciones en Paraguay, las primeras reflejaron tanto la diversidad de enfoques como la urgencia compartida. En América Latina, y especialmente en Paraguay, la rapidez en reaccionar marcó la diferencia en los primeros meses, aunque los desafíos económicos y sociales persistieron. Cinco años después, la pandemia sigue siendo un recordatorio de nuestra fragilidad y capacidad de adaptación frente a lo inesperado.
Fuentes: OMS, CEPAL, Wikipedia, informes gubernamentales de Paraguay.
