LUJO DESMESURADO EN VILLARRICA: CUANDO LOS BANCOS DE MADERA BRILLAN MÁS QUE EL PAVIMENTO.

En un impresionante despliegue de prioridades, la calle Villarrica de Encarnación ha sido bendecida con una inversión millonaria que, sin duda, hará que sus bancos de madera y su costosa iluminación sean la envidia de todo Paraguay. ¡Quién necesita calles en buen estado cuando se pueden tener bancos que cuestan más que el salario anual de muchos ciudadanos!

La decisión de adornar esta calle con bancos de madera finamente tallada y luces que parecen sacadas de una película de ciencia ficción muestra claramente que la apariencia es lo que realmente importa. Los bancos no solo son un lugar para sentarse, sino también una declaración de estilo, un recordatorio constante de la inversión deslumbrante que, aparentemente, se tenía que hacer en un lugar tan selecto.

Mientras tanto, a solo unas cuadras de distancia, otras calles de Encarnación languidecen en el olvido, con baches que se asemejan más a cráteres lunares que a partes de una vía transitable. Pero claro, esas calles no tienen la suerte de ser Villarrica, donde cada centavo de la inversión pública brilla (literalmente) en la forma de luces LED de última generación.

Los vecinos de las otras calles, sin embargo, pueden consolarse sabiendo que, aunque sus autos sufran y sus zapatos se desgasten más rápido por el mal estado del pavimento, al menos pueden caminar hasta Villarrica para disfrutar del esplendor de los bancos y la iluminación. ¡Qué lujo poder ver el derroche de recursos en su máximo esplendor mientras saltan sobre charcos y esquivan baches en sus propias calles!

Tal vez algún día se descubra el secreto de por qué Villarrica se ha convertido en el epicentro de la opulencia urbana, mientras el resto de la ciudad parece un campo de batalla abandonado. Hasta entonces, los ciudadanos de Encarnación pueden seguir maravillándose y cuestionando si alguna vez verán una inversión tan equitativa y justificada en sus propias calles.

Después de todo, ¿quién necesita pavimento decente cuando puedes tener bancos de madera dignos de un museo y luces que podrían guiar un avión en aterrizaje? ¡Gracias, Villarrica, por recordarnos lo que realmente importa!