Hoy, 29 de septiembre de 2025, se cumplen 93 años de la histórica victoria paraguaya en la Batalla de Boquerón, un episodio clave de la Guerra del Chaco (1932-1935) contra Bolivia, que marcó un punto de inflexión en la defensa de la soberanía nacional.
CONTEXTO DE LA BATALLA
La Guerra del Chaco enfrentó a Paraguay y Bolivia en una lucha por el control del territorio chaqueño. El fortín Boquerón, fundado en 1928 por los oficiales Félix Cabrera, Eugenio Ayala Velázquez y Tranquilino Ortiz, era un punto estratégico en el corazón del Chaco, ubicado a 360 km de Asunción, 620 km de Santa Cruz de la Sierra y 1.100 km de La Paz. El 31 de julio de 1932, las fuerzas bolivianas, superando en número y armamento a los paraguayos, capturaron el fortín, desencadenando una respuesta decidida del Ejército Paraguayo.
El 9 de septiembre de 1932, bajo el mando del teniente coronel José Félix Estigarribia, las fuerzas paraguayas iniciaron una ofensiva para recuperar Boquerón. Durante 20 días, ambos ejércitos libraron un intenso combate, marcado por la valentía y el sacrificio. A pesar de las desventajas iniciales, los paraguayos lograron imponerse el 29 de septiembre, consolidando una victoria que fortaleció la moral nacional.
DESARROLLO DEL CONFLICTO
El ataque comenzó el 7 de septiembre, tras la ruptura de negociaciones en Washington debido a un previo ataque boliviano al fortín Carlos Antonio López en Pitiantuta. Estigarribia, con una estrategia audaz, concentró dos divisiones paraguayas —la 1ª al mando del mayor Carlos Fernández y la 2ª del teniente coronel Luis Ayala— con 5.000 hombres, contra las divisiones bolivianas 4ª y 7ª, con 4.000 efectivos bajo el mando del general Quintanilla.
El 9 de septiembre, a las 05:30, la artillería paraguaya abrió fuego, iniciando un asalto liderado por el regimiento Curupayty. Sin embargo, los ataques frontales iniciales fueron repelidos, con numerosas bajas debido a la inexperiencia táctica y problemas logísticos, como la escasez de agua transportada desde Isla Po’í. Estigarribia adaptó su estrategia, implementando tácticas de envolvimiento o “corralitos”, que resultaron clave para desgastar a las fuerzas bolivianas.
En la noche del 28 al 29 de septiembre, la primera compañía del Regimiento RI6 Boquerón superó la peligrosa Punta Brava. Los defensores bolivianos, agotados y sin recursos, comenzaron a rendirse, gritando “no tiren más, nos rendimos”. El teniente coronel Manuel Marzana, jefe boliviano, negoció la entrega del fortín, que se concretó en las primeras horas del 29 de septiembre.
LA RENDICIÓN Y SUS CONSECUENCIAS
Al ingresar al fortín, los paraguayos encontraron un escenario desolador: cuerpos sin sepultar, heridos sin atención médica y una grave escasez de agua. Estigarribia relató cómo los oficiales bolivianos disparaban a sus propios soldados desesperados por el agua. La prensa de la época, cubierta por el corresponsal Juan Esteban Carrón, reportó más de 1.000 muertos bolivianos, 20 oficiales y 446 soldados prisioneros, mientras que Paraguay sufrió unas 2.000 bajas.
Carrón, combatiente y periodista, describió la rendición de Marzana: “Con semblante pálido y ligero temblor, expresó al teniente coronel Estigarribia su disposición a deponer las armas, solicitando evacuar a 165 heridos y garantizar la vida de oficiales y tropas”. Esta victoria no solo recuperó Boquerón, sino que destruyó gran parte del Primer Cuerpo del Ejército boliviano, marcando un hito estratégico.
LEGADO DE BOQUERÓN
El historiador Luis Verón destaca que la Batalla de Boquerón “fue un punto de inflexión que levantó la moral del soldado y la sociedad paraguaya”. Además, sirvió como “batalla escuela”, donde los paraguayos perfeccionaron tácticas de combate adaptadas al árido terreno chaqueño, esenciales para futuras victorias en la guerra. La noticia de la caída del fortín desató celebraciones en Asunción, con comercios cerrados y campanas de iglesias resonando en un fervor patriótico.
La Batalla de Boquerón permanece como un símbolo de resistencia y valentía, recordando el sacrificio de los soldados paraguayos que defendieron su soberanía frente a un enemigo superior en número y recursos.

Fuente: ABC










