Estados Unidos se encuentra en los preparativos finales para lanzar ataques aéreos contra instalaciones militares en Venezuela, en una medida que representa una significativa escalada en su campaña contra el denominado Cártel de los Soles, supuestamente liderado por el presidente venezolano Nicolás Maduro. Fuentes cercanas a la administración de Donald Trump indican que los bombardeos podrían ocurrir en cuestión de días o incluso horas, con el objetivo de desmantelar redes de narcotráfico y presionar a Maduro para que abandone el poder.
Según informes publicados este viernes por el Miami Herald y The Wall Street Journal, la administración Trump ha identificado objetivos específicos dentro del territorio venezolano, incluyendo puertos, aeropuertos, instalaciones navales y pistas de aterrizaje clandestinas controladas por elementos militares vinculados al tráfico de drogas. Estos blancos forman parte de una operación más amplia destinada a decapitar la jerarquía del cártel, que, según funcionarios estadounidenses, exporta alrededor de 500 toneladas de cocaína al año hacia Europa y Estados Unidos.
El Miami Herald, citando fuentes con conocimiento directo de la situación, afirma que la decisión de atacar ya ha sido tomada por la Casa Blanca, y que los strikes aéreos podrían iniciarse en cualquier momento. Por su parte, The Wall Street Journal precisa que, aunque los objetivos han sido seleccionados, el presidente Trump no ha emitido aún una orden final para proceder con los bombardeos en tierra. Esta discrepancia en los reportes subraya la fluidez de la situación, pero ambos medios coinciden en que la ofensiva busca no solo interrumpir el narcotráfico, sino también debilitar el control del régimen de Maduro.
ANTECEDENTES DE LA OPERACIÓN
La escalada militar se enmarca en una serie de acciones iniciadas por la administración Trump desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025. Uno de los primeros pasos fue designar al Cártel de los Soles y a la pandilla venezolana Tren de Aragua como organizaciones terroristas y criminales transnacionales. En agosto, Estados Unidos desplegó una fuerza conjunta en el Mar Caribe sur, cerca de la costa norte de Venezuela, que incluye tres destructores equipados para defensa aérea y antisubmarina, un grupo anfibio con aproximadamente 4.500 tropas, aviones de reconocimiento P-8 y vuelos de vigilancia de largo alcance.
En septiembre, se reforzó el despliegue con 10 cazas F-35B basados en la Base Aérea de Ceiba en Puerto Rico y drones MQ-9 Reaper armados en el Aeropuerto Rafael Hernández. Estos aviones son capaces de realizar strikes de precisión contra laboratorios, pistas clandestinas, vehículos o embarcaciones relacionadas con operaciones de drogas. El 24 de octubre, el Secretario de Defensa Pete Hegseth ordenó el envío del grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford, que incluye más de 4.000 personas y alrededor de 90 aviones de combate.
Hasta ahora, la fuerza ha enfocado sus operaciones en el mar, interceptando y destruyendo embarcaciones rápidas sospechosas de transportar narcóticos, lo que ha resultado en la muerte de 61 presuntos traficantes. Sin embargo, funcionarios indican que los traficantes están evitando rutas marítimas detectables, lo que motiva el cambio hacia operaciones terrestres.
OBJETIVOS Y POSIBLES CONSECUENCIAS
Los ataques apuntarían a instalaciones militares utilizadas por el Cártel de los Soles, una organización incrustada en las fuerzas armadas venezolanas y liderada, según Washington, por Maduro y altos funcionarios como el ministro del Interior Diosdado Cabello y el ministro de Defensa Vladimir Padrino López. La Fiscalía General de EE.UU. ha duplicado la recompensa por información que lleve al arresto de Maduro a 50 millones de dólares, la más alta ofrecida jamás, y ofrece 25 millones por Cabello y otros lugartenientes.
Una fuente anónima citada por el Miami Herald advirtió que Maduro podría encontrarse «atrapado» y sin opciones de escape, agregando que varios generales estarían dispuestos a capturarlo y entregarlo. «Maduro está a punto de encontrarse atrapado y podría descubrir pronto que no puede huir del país aunque lo decidiera», dijo la fuente. «Peor aún para él, ahora hay más de un general dispuesto a capturarlo y entregarlo, plenamente consciente de que una cosa es hablar de la muerte y otra verla venir.»
Expertos como Elliott Abrams, ex representante especial de EE.UU. para Venezuela, señalan que Trump favorece operaciones dirigidas, similares al asesinato del general iraní Qasem Soleimani, en lugar de una invasión prolongada. Mark F. Cancian, coronel retirado de los Marines y asesor en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, coincide en que las fuerzas desplegadas son suficientes para strikes aéreos o con misiles, pero no para una invasión a gran escala.
REACCIONES Y NEGACIONES
La Casa Blanca intentó minimizar los reportes este viernes por la mañana. La subsecretaria de prensa Anna Kelly declaró: «Fuentes anónimas no saben de qué hablan. Cualquier anuncio sobre la política hacia Venezuela vendría directamente del Presidente». A pesar de esto, el presidente Trump ha insinuado en declaraciones previas que «la tierra será lo próximo» después de las operaciones marítimas.
Analistas advierten que una acción militar podría colapsar el ya debilitado ejército venezolano en horas, pero también genera preocupaciones sobre una posible guerra no declarada. Algunos reportes, como uno de Investing.com, indican que Trump ha negado planes de strikes militares, aunque las preparaciones sugieren lo contrario.
Esta situación representa el punto más tenso en las relaciones entre EE.UU. y Venezuela desde la crisis de 2019, y podría tener implicaciones regionales significativas, incluyendo impactos en el mercado petrolero y las rutas de migración. La comunidad internacional observa con atención, mientras Maduro y su régimen no han emitido comentarios oficiales hasta el momento.














