En medio de una realidad económica desafiante, la historia de Mari Gómez está sacudiendo a la región como un recordatorio poderoso de lo que pasa cuando la determinación supera al miedo. Tras la pérdida del empleo de su marido, lejos de detenerse, Mari tomó una decisión que cambió el rumbo de su vida: salir al mundo a crear oportunidades con sus propias manos. Empezó vendiendo alimentos rápidos, identificó huecos en el mercado —como la falta de vendedores en los semáforos— y convirtió una necesidad urgente en un emprendimiento ágil, rentable y sorprendentemente humano. Su fórmula combina rapidez, calidad y algo que no se compra: conexión auténtica con la gente.
Hoy, Mari no solo inspira por lo que vende, sino por lo que representa. Ella es parte de una nueva generación de mujeres que rompen el molde, que comprenden que la estabilidad del hogar también se construye desde la autonomía económica. Levantó un negocio con actitud positiva, un equipo comprometido y una filosofía clara: la vergüenza no alimenta a los hijos, la acción sí. Su historia es una lección para toda la región: cuando las oportunidades no llegan, hay que salir a buscarlas… y a veces están esperando en un semáforo, a la vuelta de la esquina.
